Vika se acaba de divorciar y se fue a vivir a una nueva casa la cual requiere de unos arreglos y mientras los hace le pide a su hijastro Elber Gonzalo si le deja quedarse unos días en su apartamento. Él acepta encantado pues le gusta estar cerca de su mami. Pero algo no va bien, Elber empieza a notar ciertos patrones inusuales en las actividades de Vika: Recibe llamadas, se va al baño a contestar y luego inventa pretextos para salir a la calle siempre vestida con ropa muy provocativa que la hace resaltar sus pecaminosas curvas. Tras varios días de analizar la situación y de escuchar sus conversaciones teléfonicas, Elber confronta a Vika y le hace una pregunta directa: «Mami, ¿Eres Escort? Ella no tiene más remedio que confesar la verdad a su hijastro; Sí, me dedico a dar servicios sexuales a clientes. Elber con madurez acepta la actividad de su mami y le reitera su apoyo incondicional. Los días pasan y Vika es cada vez más descarada con respecto a su actividad de escort, frente a Elber da la información de manera más explícita a sus posibles clientes, cuando sale se viste aún más provocativa y al regresar cuenta con todo lujo de detalles como fue el encuentro con su cliente de turno. De por sí Elber ya tenía ciertos sentimientos lujuriosos hacia ella y con esta apertura sexual aún más. Él ha estado pensando en una propuesta que podría ser demasiado atrevida y no está seguro de poderla realizar. Por fín se arma de valor y le confiesa a Vika que él quiere contratarla para un servicio sexual. ¿Aceptará Vika?…